En el medio de los videojuegos sucede algo que no pasa en otros y es algo válido de cuestionarnos. No se llama clásicos a los clásicos. Aún subsiste el epíteto de juegos retro. ¿Es justo? Me atrevo a teorizar que es debido a que aún existe un fuerte choque de cosmovisiones entre lo que es el videojuego y lo que fue, o sea, un juguete electrónico.
En mis conversaciones suelo hablar bastante sobre la idea de que tenemos suerte de poder vivir el cambio a la madurez de los videojuegos, ya que ver a un arte en sus etapas más joven es un privilegio de algunas generaciones, como ver a un hijo empezar a lograr grandes cosas. Por eso mismo, lanzaré una afirmación que muchos encontrarán polémica. Half Life es mejor que muchos libros y películas contemporáneos a él e, inclusive, es mejor que varios juegos actuales.
¿Quiere leer mis justificaciones rebeldes? A continuación se lo mostraré.
LA JUSTICIA
Dos cosas se me vienen a la mente cuando pienso en Half Life. Primero, que el juego ha sido injustamente tratado por la historia. Pues, nos ha acostumbrado a tener una consistencia enorme. El juego es muy divertido, increíble de manipular, por ello, se ha convertido en la normalidad. Solo basta compararlo con juegos modernos y revisaremos que los otros no pasan de la mediocridad, en muchos casos repetitivos o priorizan el músculo gráfico. Si sumamos eso al elogio que ha tenido su sucesor, Half Life 2, el cual ha sido coronado como la cúspide del juego lineal, resulta real y hasta liberador decir que realmente Half Life está infravalorado.
Segundo, me sorprende enormemente que un juego así haya sido desarrollado en 1998. Nos lo mostraron en su documental. Por eso hablar de la edad en las piezas de arte es hablar acerca de un clásico. Si bien definir que es un clásico es difícil, nos ceñiremos únicamente a la trascendencia que cobró la obra con el tiempo. Trataré de profundizar por qué Half Life no es el juego que concebimos sino es muchísimo mejor y, de esta forma, hacerle la justicia que merece.
LA HISTORIA
Somos Gordon Freeman, científico especializado en física teórica. Estamos cerca de realizar una prueba de rutina con materiales extraños. Vivimos el viaje que hace todos los días nuestro protagonista a través de Black Mesa, el complejo científico donde trabajamos. Desde este momento, ya nos pica una espina, una mala corazonada de que algo no anda bien. El juego con pequeños gestos empieza a mostrarte que, a pesar de la elevada tecnología que maneja, muestra torpezas en su operación. Así mismo, a medida que avanzamos, ya sentimos que tenemos peso en la historia ya que los otros personajes tienen cierto respeto hacia nuestra persona. Nuestra participación en el proyecto es importante y se nota.
Llega el momento del accidente y lo que empieza a suceder es digno de una pesadilla y una distopía. Falla el experimento y propicia una apertura en el espacio-tiempo que da paso a un grupo de alienígenas no humanoides quienes nos invaden. En nuestros ojos asesinan a nuestros compañeros y somos vulnerables durante el primer tramo del juego. No tenemos armas o herramientas para defendernos y solo podemos atestiguar lo que sucede. El juego nos empuja a ser más inteligentes que confrontativos y desarrollar una inverosímil habilidad militar, que tal vez no es tan inverosímil tratándose de EE. UU. Hasta que el gobierno toma la decisión de desaparecer toda la evidencia de lo sucedido y manda al ejército. Explota todo el escenario en una balacera entre militares y alienígenas, mientras que nosotros somos una mosca que pasa desapercibida al principio y luego somos el trofeo que busca todo el mundo.
La historia no tiene tiempo para pequeñeces todo el momento nos deja en claro que estamos en una odisea. Si no fuera por la seguridad de la ficción, la historia estaría hecha para voluntades fuertes. Siempre me pregunto como hace Gordon Freeman para no derrumbarse. Ser el salvador del mundo es una tarea difícil y más aún con un Gobierno intentando borrar tu huella. Entonces recuerdo que es más probable que Freeman sea latino.
LA EPICIDAD
El juego no pierde en ningún momento la verosimilitud con escenas realmente enormes sucediendo en tiempo real. Lo que sucede con otros juegos de la época es que a pesar de todo en algún momento el ritmo cae y ciertos momentos no son creíbles. Por eso es válido volver a darle el trono al juego de Valve. Sin embargo, vamos a centrarnos en la repercusión de algunos actores de la trama.
Los alienígenas se convierten en un elemento de miedo. En algunas ocasiones asociamos nuestra humanidad a los visitantes de otro universo. !Sí que es egocentrista el ser humano! Entonces, al presenciar a los alienígenas sentimos real miedo porque son criaturas que tienen pequeñísimos rasgos del mundo en el que vivimos como las patas y tienen el resto de características insectoides o vegetales. Empezamos a sentir su pertenencia a un mundo externo. Pero esa solo es la primera parte. Cuando vemos a las arañas comiendo a los científicos y luego fusionándose con el cuerpo nos sumergimos en un horror corporal. Todas las criaturas no hacen sentir miedo por ser amenazantes hacia nuestra humanidad. Y cuando mueren se quedan ahí manteniendo esa sensación de amenaza.
El ejército es otro problema inminente. En la historia, nos secuestran e intentan deshacerse de nuestros restos, en un acto de terrorismo de Estado. Es inevitable no pensar en los niveles de fascismo que experimentamos por parte de los soldados, pues al sentir que simplemente nos quieren desaparecer y fingir que no existe lo que sucedió, es tenebroso. Retornamos a los años de secretismo de lugares como el Área 51 y lo vivimos desde nuestra experiencia en el juego.
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